Dentro de nada tendremos nuestros primeras primeras mezclas micronizadas, nuestro peeling y la mezcla para pieles asfixiadas. Es una línea muy especializada y de uso profesional, y que siendo estrictas se engloba más en la fitoterapia en general que en la aromaterapia.

Fitoterapia estética especializada

La palabra fitoterapia en sí se refiere a la terapia realizada a base de las llamadas plantas medicinales. La aromaterapia está englobada en ella, ya que sólo se trabaja con partes de plantas aromáticas, extraídas de formas muy concretas (oleatos, aceites esenciales, hidrolatos…).

En las mezclas micronizadas trabajamos con la planta como tal (o la parte más activa de ella) trituradas hasta conseguir un máximo de 300 micras de espesor. No necesariamente se trabaja sólo con plantas aromáticas ricas en aceites esenciales, sino que podemos incluir cualquier planta medicinal que cumpla con los objetivos que buscamos. Además estas plantas están mezcladas con ingredientes de origen mineral, generalmente arcillas puras secadas al sol y/o tierra de diatomeas (os hablaremos de ella más adelante).

El uso de las plantas completas nos aporta además de principios activos concretos dependiendo de la planta micronizada, nutrición muy completa. Hemos escogido y equilibrado cada fórmula no sólo pensando en qué principios activos queríamos, sino que nutrientes (minerales y oligoelementos sobre todo) nos interesaba incluir.

Un diseño distinto para una línea diferente

Debido a que los micronizados se salen un poco de la línea de aromaterapia, y a su carácter «más terrenal» y relacionada con la tradición fitoterapéutica, hemos elegido un diseño especial que integre esos conceptos.

Para empezar usamos un envase biodegradable y compacto, que facilite la logística y evite envases plásticos. Esta bolsa en papel kraft puede ser el envase que mantengas para su uso, aunque os recomendamos por comodidad pasarlo a botes de cristal o metacrilato con buen cierre, y a ser posible que no sea completamente transparente ni metálico.

Respecto al diseño, en vez de mandalas de inspiración más india como encontramos en otras líneas, hemos elegido un icono con mucho significado y mucho más cercano. Se trata de un Eguzkilore o flor del sol, símbolo de la tradición vasco-navarra muy ligado con los celtas, pero también con la protección de la salud familiar y el uso tradicional de plantas para ello.

En sí misma es la flor seca de un tipo de cardo silvestre (Carlina Acaulis), que además curiosamente asemeja por su forma a un mandala de alguna manera… Se ha colgado tradicionalmente en las puertas de la casa para ahuyentar malos espíritus, la enfermedad, la tempestad, el conflicto… Esta flor contiene un pequeño porcentaje de aceite esencial, efectivo contra numerosas bacterias patógenas. La leyenda asociada nos parece preciosa, y queremos compartirla con vosotras.

Leyenda del eguzkilore

Hace miles y miles de años, cuando los humanos empezaron a poblar la tierra, el mundo estaba sumido en la gran oscuridad. Asustados por los genios y espíritus que salían de las entrañas de la tierra decidieron pedir ayuda a la madre Tierra (Mari). Una y otra vez la rogaron que acudiera en su auxilio, y ante su existencia la Tierra les dijo: «Hijos, me pedís que os ayude y lo haré. Crearé un ser luminoso al que llamaréis Luna».

Al principio los humanos seguían asustados en sus cuevas, pero poco a poco fueron acostumbrándose. El problema es que los espíritus y genios también se acostumbraron a su ténue luz, y pronto volvieron a acosarles. Ante esto los hombres volvieron a acudir a la Tierra para pedirle una protección más poderosa. Mari les respondió que lo haría, pero que no podía alterar del todo el equilibrio. Crearía un ser más luminoso al que llamarían Sol, y que se turnaría con la Luna para crear el día y la noche.

Era tan enorme, luminoso, caliente y poderoso que los humanos tuvieron que acostumbrarse poco a poco, pero pronto lo adoraron. Gracias a su calor y luz crecieron las plantas, y los genios, brujas y espíritus no pudieron adaptarse a su claridad. Por ello a partir de ahí sólo pudieron salir de sus guaridas por la noche.

Pronto los humanos volvieron a acudir a Mari para pedirle protección durante la noche, y la Tierra volvió a apiadarse de ellos. Creó una flor tan hermosa y grande que los seres de la noche la creerían el propio Sol. Los humanos recogieron del campo la Flor de Sol con cuidado, y la apostaron en sus puertas y dinteles para proteger sus hogares de los males, enfermedades, malos espíritus y conflictos de la noche.

Además de protegerles con su luz y presencia, dice la leyenda que las brujas cuando llegan a la casa se ven condenadas a contar las puntas de hojas y pétalos del Eguzkilore antes de entrar. Como hay tantísimas antes de acabar se les hace de día y tienen que correr a refugiarse.