ACEITES ESENCIALES
Lavanda
La lavanda es tan importante como para ser el aceite esencial que motivó la creación del término aromaterapia, o que inició el interés de Gattefossé en los aceites esenciales. Al parecer tal y como lo cuenta él mismo, tras una explosión en su laboratorio empezó a desarrollar gangrena gaseosa en ambas manos (una condición gravísima y muy rápida en empeorar). Con un solo lavado en aceite esencial de lavanda se detuvo el progreso y se inició la curación.
Claro, para una mente investigadora como la de Gattefossé esto fue el pistoletazo de salida. Su primer escrito tenía a la lavanda como protagonista, pero siguieron más, y nació la aromaterapia.
Es un arbusto con bellísimas flores lilas, que en Francia son protagonistas de multitud de fotos de preciosos campos morados. En principio la lavanda crece por encima de 800 metros, es una planta resistente y que se adapta bien a todo. La lavanda francesa se da a mayores altitudes y contiene mayor porcentaje de ésteres.
Es un aceite esencial muy versátil, que además ayuda a potenciar los efectos de otros y mejorar sinergias. Sus flores se han usado para ahuyentar polillas y relajar desde hace siglos, siendo el aceite esencial con más publicaciones de uso en hospitales relacionados con la ansiedad o el estrés. Es antiséptico, favorece la regeneración y la cicatrización. Su aroma se considera relajante y equilibrador, tanto en masaje como en difusión si se tolera (no todo el mundo la adora).